
Psicoanalista y cofundador del Observatorio de los mundos digitales en las ciencias humanas, Michaël Stora es autor de (a)redes sociales (Larousse, 2021). Vuelve a los efectos perversos de los filtros que te permiten modificar tu apariencia en las redes sociales.
Desde “Bold Glamour” hasta “Face Puzzle” o “Aged”, ¿cómo influyen los filtros populares en TikTok e Instagram en nuestra autoimagen?
Cada filtro tiene sus especificidades. Algunos, siguiendo la lógica de los lanzados por Snapchat, tienen un lado lúdico y creativo: jugamos con nuestra imagen como en un baile de máscaras, mostrándonos con y sin máscara. Podemos ver un lado positivo en esta forma de autodesprecio que va en contra de cualquier forma de idealización. Por otro lado, otros filtros, incluido “Bold Glamour”, utilizan técnicas de inteligencia artificial muy impresionantes para borrar cualquier aspereza en la apariencia. En el camino, todo lo que nos hace diferentes desaparece para dar como resultado un rostro estandarizado, un yo ideal.
¿Puede el uso de estos volverse adictivo?
La neurociencia ha demostrado que cualquier cosa que se experimente como bella o linda tiene un efecto calmante en la psique humana. Esto provoca una descarga de dopamina, la hormona de la recompensa y el placer inmediato que actúa como un potente ansiolítico. Por eso hay tantos gatitos y bebés en las redes sociales. Por lo tanto, el uso de filtros que prometen un rostro perfecto y rasgos suavizados puede volverse adictivo; los algoritmos encuentran en esta una buena manera de frenarlo.
Para los adolescentes en proceso de construcción de su identidad, ¿cuál podría ser el peligro?
El desafío es este: ¿cómo puedo existir y construirme a los ojos de los demás cuando salgo de este yo ideal fabricado digitalmente? Los más frágiles pueden desarrollar dificultades para afrontar el mundo real. La preocupación y el sufrimiento psicológico aparecen tanto más cuanto que los modelos que se ofrecen en las redes sociales, ya sea a través de filtros o de influencers, les dan la idea de que no se parecen a lo que quieren. Además de los trastornos alimentarios, existe el riesgo de desarrollar un trastorno obsesivo llamado dismorfofobia debido al filtrado de uno mismo. Entonces cualquier imperfección se vuelve insoportable. Sin duda, esto contribuye al creciente uso de la medicina y la cirugía estética entre las personas de 18 a 30 años.
¿Cómo podría cambiar las respectivas ubicaciones de los cuerpos reales y virtuales?
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