
Turismo globalizado, ferias coloridas, cucuruchos de helado goteando, fiestas en las que el alcohol corre libremente, invitados rubicundos que se ríen a carcajadas, cuerpos excesivamente bronceados, arrugados o musculosos… El fotógrafo británico Martin Parr documenta, desde hace más de cuatro décadas, una Mundo occidental lleno de excesos. Cómo la moda se ha convertido en el gran consumista 8 del siglo XXImi siglo, ¿podría haberse resistido a él?
Por primera vez, sus fotografías de moda que abarcan veinticinco años han sido recopiladas en un hermoso libro publicado por Phaidon. Su título, inteligentemente elegido, plantea inmediatamente la cuestión del buen y mal gusto inherente a su obra: moda falsa parr, una referencia al “paso en falso de la moda”, ese desliz en la vestimenta que algunas personas creen que vale la pena precisar.
La obra mezcla fotografías encargadas por revistas (Vogue, Elle, Vanity Fair, Jalouse), series producidas para marcas (Balenciaga, Jacquemus, Zara) y algunas instantáneas tomadas sobre la marcha durante la semana de la moda. Aquí y allá reconocemos figuras de la industria en escenas que los trivializan y humanizan: Giorgio Armani y Valentino Garavani en entre bastidores, la modelo Stella Tennant (1970-2020) haciendo jardinería, Anna Wintour con los ojos pegados a su smartphone, Paul Smith en su oficina en gran desorden, Vivienne Westwood (1941-2022) posando en el baño… En un ambiente que escenifica la moda Espectáculos y anuncios destinados a impresionar al común de los mortales, Martin Parr se resiste al decoro y la pompa, siempre dispuesto a devolver la moda a la realidad.
Un enfoque de desmitificación
«En la mayoría de las mejores fotografías de moda de Martin, personas reales ocupan el mismo espacio que los modelos». señala el diseñador escocés Patrick Grant en su prefacio. De su primer reportaje, para la revista italiana Amiga En 1999, Martin Parr impulsó a sus modelos delgadas y pelirrojas en medio de una playa en Rimini, cerca de una nonna quién quiere escapar de la lente, un turista sentado precariamente en un puesto de amarre o un joven sin pelo flexionando sus músculos en bañador…
Los espacios públicos donde la clase media consume y se extiende tienen, por tanto, sus mejores escenarios. A lo largo de sus páginas, sus fotografías de moda muestran a personas anónimas, sorprendidas o encantadas de estar allí, en los vestuarios, en la gasolinera, en la lavandería, en el dentista, en McDonald’s o en la sección de congelados de un supermercado.

Un método de desmitificación que aplica también a las naturalezas muertas: gafas Gucci entre cactus, bolso de mano de Jimmy Choo en un puesto de venta de garaje, bolso Dior valorado en varios miles de euros arrojado en una caja de coles. A Martin Parr, irónico pero no burlón, no le gusta tanto la moda por sus atributos lujosos. Más bien le gusta abrazar su libertinaje, sus estampados estridentes, su exceso de lentejuelas, para llevar mejor al límite las siluetas de las últimas colecciones, al borde del baile de disfraces.
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