La reseña de revistas. Una insólita melodía de “Te quiero, yo tampoco” flota el día 14mi numero de Esferas, que explora el mundo de la moda a través de una comunidad de entusiastas. Ya sean estilistas, modelos, periodistas, coleccionistas o historiadores, todos comparten, ante todo, el amor por la ropa y sus formas. Pero también una cierta aversión a la moda actual, que consideran “incómodo”, “inhumano”, “arrogante”, “superficiales”O “Hinchado con exceso”…En el visor de estos críticos: “una industria pesada con marketing agresivo y vulgar”, como subraya Marc Beaugé, redactor jefe “invitado” de este número y columnista de “M Le magazine du Monde” –que no se anda con rodeos para discutir el impacto social y ambiental de un sector que subcontrata, paga mal y “contaminar”.
De hecho, entre una producción que se duplicó entre 2000 y 2014 (se venden 100 mil millones de prendas de vestir en todo el mundo cada año) y una tasa anual de emisiones de gases de efecto invernadero de 4 mil millones de toneladas (mucho más que los vuelos internacionales y el tráfico marítimo combinados, según el Agencia de Gestión del Medio Ambiente y la Energía: la industria textil se encuentra entre las más contaminantes.
Si la moda rápida (producir ropa con una vida útil corta) ha amplificado el fenómeno, “todas las etapas de la vida de una prenda suponen un problema”, explica el periodista Marion Durand en una investigación edificante. Ya sean materias primas, transformación o transporte, nuestra ropa es la causa de grandes daños medioambientales: deforestación, contaminación del agua… Y esto hasta el final de la cadena, sumergiendo algunas ciudades como Accra, en Ghana, que recibe quince millones de prendas usadas. ropa por semana, hasta el punto de haber modificado su morfología.
A pesar de estos efectos destructivos y de una legislación poco restrictiva, se multiplican las iniciativas incluso en las escuelas de moda para diseñar una práctica más respetuosa con el medio ambiente, el reciclaje, como el que está emprendiendo la asociación La Réserve des arts, y la movilización del público. conciencia sobre la sobriedad. Como prueba, Bristol (Reino Unido), capital de tiendas de caridadcuya historia y novedades cuenta Thomas Andrei, se puso en sintonía lanzando en octubre su primera semana de la moda sostenible con un taller de costura, un reparar café y un cambio de hábitos. Una manera de reducir los efectos sobre el consumidor que también afectan al segundo principal.
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