IEs sorprendente que los comentarios sobre el ataque masivo llevado a cabo por Irán el 13 de abril contra Israel no tuvieran en cuenta el precedente de los ataques iraquíes contra el Estado judío en enero de 1991. Sin embargo, el temor era grave: un abrazo regional, cinco meses después. la invasión de Kuwait por el régimen de Saddam Hussein. Además, el riesgo de que los misiles iraquíes estuvieran equipados con ojivas químicas había contribuido a dramatizar la crisis. Benyamin Netanyahu, entonces viceministro de Asuntos Exteriores, causó sensación al ponerse una máscara antigás en plena entrevista con la cadena estadounidense CNN, mientras sonaban las sirenas de alerta. “ No puedo decirles cuándo, no puedo decirles dónde y no puedo decirles cómo, pero garantizaremos la seguridad de Israel. “, insistió, comentarios que probablemente no desautorizaría tres décadas después.
La apuesta de Irak por la escalada
El contexto regional fue ciertamente muy diferente. En agosto de 1990, Saddam Hussein lanzó sus tropas para atacar Kuwait, que pronto fue ocupada y anexada. Esa guerra de agresión había dado lugar a una condena internacional generalizada, incluso en el mundo árabe. Arabia Saudita se sintió directamente amenazada por el expansionismo iraquí, hasta el punto de solicitar el despliegue de cientos de miles de soldados estadounidenses en su suelo.
Esta operación, denominada “Escudo del Desierto”, condujo a la creación, bajo los auspicios de Estados Unidos, de una amplia coalición antiiraquí. Washington se había asegurado de que la Siria de Hafez Al-Assad y el Egipto de Hosni Mubarak se unieran a esta coalición, confiando en la profunda hostilidad de estos dos autócratas a reunirse con Saddam Hussein, pero también en la voluntad de Damasco y El Cairo de competir con Bagdad en el tablero de ajedrez de Oriente Medio. El dictador iraquí reaccionó haciéndose pasar por campeón de la causa palestina ante la represión israelí de la Intifada, el “levantamiento” en Gaza y Cisjordania, ocupadas desde 1967.
De hecho, Saddam Hussein podría denunciar el “doble rasero” de una movilización de inspiración estadounidense contra la ocupación de Kuwait, a pesar de que Estados Unidos había aceptado la persistencia de la ocupación israelí de los territorios palestinos a lo largo de una generación. Pero los desvaríos de la propaganda iraquí iban en contra del deseo de Bagdad de aflojar el control de la coalición liderada por Washington, involucrando a Israel en la crisis y atrapando así a Siria, Egipto y Arabia.
Te queda el 57,27% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.