El tema es políticamente explosivo. Pero el simple hecho de que la Comisión proponga a los Veintisiete discutir “seguridad economica” muestra hasta qué punto la Unión Europea (UE) ha logrado una transformación real en los últimos años. El martes 20 de junio lo puso sobre la mesa, exponiendo los grandes temas sobre los que, a su juicio, hay que actuar: refuerzo del control de las inversiones extranjeras dentro de la UE y de las exportaciones de mercancías sensibles fuera de las fronteras comunitarias, control de las inversiones por empresas europeas en terceros países que facilitarían las fugas de tecnología.
Los años de Trump enseñaron a los europeos que incluso Washington podría extrañar a sus aliados. La ofensiva de Beijing para apoderarse del mundo les abrió los ojos. La pandemia de la Covid-19 les reveló su dependencia de las fábricas chinas, y la guerra de Ucrania mostró los peligros que podía haber en mantener ciertas relaciones, como aquella en la que se encerró la UE con el gas ruso. Incluso los Estados miembros más liberales del norte de Europa han dejado de cantar las virtudes del libre comercio y la globalización sin restricciones.
Medidas defensivas
Durante estos “Tres años que han visto crisis tras crisis”, como dice la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, los europeos no se han quedado de brazos cruzados. Han aumentado las ayudas estatales a sectores estratégicos, como las tecnologías limpias o los semiconductores. También, ante estos riesgos provenientes de China o Rusia que amenazan su seguridad económica, han tomado varias medidas defensivas: un marco para el control de las inversiones extranjeras directas, otro para el control de las exportaciones de bienes de doble uso (civil y militar) , un reglamento para promover la reciprocidad en el acceso a los contratos públicos, una legislación para luchar contra las importaciones en su territorio de bienes dopados con subvenciones de terceros países, un instrumento anti-coerción para ayudar a la UE a luchar contra el chantaje económico de terceros países o incluso un impuesto al carbono en las fronteras.
“Necesitamos ser más firmes en la implementación de estas herramientas”, juez Ursula von der Leyen. Muy concretamente, no se han utilizado todos y es posible que deban mejorarse. Algunos de ellos no son vinculantes. Este es el caso de la legislación para el control de la inversión extranjera, que sólo han adoptado veintiún Estados miembros. O las recomendaciones 5G de la Comisión, en las que solo diez gobiernos limitaron el acceso a su infraestructura 5G a Huawey o ZTE. Entre los recalcitrantes, encontramos en particular a Alemania…
Te queda el 57,17% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.