IHubo un tiempo en el que, por una vez, el reloj de pulsera era ante todo un asunto de mujeres. De hecho, el primero de este tipo fue ofrecido a la reina Isabel I por el conde de Leicester en 1571. Si la casa Breguet afirma haber fabricado, el 8 de junio de 1810, “el primer reloj de pulsera conocido del mundo” Por encargo de la Reina de Nápoles, algunos entusiastas de los toquantes sostienen que ya en 1806, la emperatriz Joséphine había encargado al joyero François-Régnault Nitot dos modelos adornados con perlas y esmeraldas.
Un regalo real para celebrar la unión de su hijo, Eugène de Beauharnais, con la princesa Augusta-Amélie de Baviera. Hasta finales del siglo XIXmi siglo, son pues los elegantes los que llevan en la muñeca este instrumento de medición que también está disponible, con fines puramente estéticos, en forma de colgante o de anillo. Sus compañeros se contentan con un reloj de bolsillo, que guardan en el bolsillo de su chaleco, chaqueta o cazadora.
Cuando, en 1904, Louis Cartier creó, para su amigo el aviador brasileño Alberto Santos-Dumont, un reloj de pulsera adaptado a sus actividades aéreas, este último pasó a ser prerrogativa de los hombres. Y sobre todo exploradores de todo tipo. En el cine no hay héroe de testosterona que no luzca en su muñeca un elegante reloj: Sean Connery y su Rolex en James Bond 007 contra el Dr. No (1962), Tom Hanks y su hijo Omega en Apolo 13 (1995), Leonardo DiCaprio y su Breitling en Diamante de sangre (2006) o incluso Sylvester Stallone, Panerai en la muñeca, en la primera parte de la saga Consumibles (2010). El accesorio clave de estas aventuras épicas, el cronómetro de acero, que resiste tanto el buceo en aguas profundas como la carrera contra el tiempo, se hizo popular entre los hombres en busca de emociones fuertes.
Rehabilitado por María Antonieta
Hoy en día, sin embargo, el reloj para hombre está disponible en otra versión y se está agotando. Rechazado durante mucho tiempo por los amantes del género, el marrón y sus variantes (chocolate, café, caoba, tabaco, castaño, moca, etc.) adornan hoy las pulseras, y especialmente las esferas, de las últimas creaciones relojeras.
Sorprendentemente, sabemos que este color estuvo durante mucho tiempo, en general, reservado a las clases populares, antes de ser actualizado por María Antonieta. El color incluso adquirió, bajo el reinado de su marido, Luis XVI, el sobrenombre de “chip”.
También asociado con la década de 1970, en la que florecieron los pantalones acampanados de terciopelo marrón y otros sofás de cuero coñac, el marrón cumple muchos requisitos y evoca autenticidad, estabilidad, serenidad, pero también tradición y opulencia. En definitiva, tantas cualidades que algunos ahora manifiestan libremente en su muñeca. El máximo lujo, para los coleccionistas más exigentes, es hacerse con un reloj antiguo cuya esfera, habiendo envejecido naturalmente, presenta un tinte bruñido que es tan raro como elegante.





