
Cuando llegaron a México para una reunión dedicada al tema migratorio, el miércoles 27 de diciembre, los miembros de la delegación estadounidense –integrada por el jefe de la diplomacia Antony Blinken y el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas– lucían una gran sonrisa. Al menos eso es lo que muestran las fotos de su reunión con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (conocido como AMLO). Pero no se emitió ningún comunicado de prensa tras la discusión que duró más de dos horas. Tanto AMLO como su Ministra de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcen, reiteraron que la reunión había sido “ muy positivo » y que ahora se repetiría mensualmente, invitando a otros países centroamericanos, también afectados por el fenómeno migratorio.
El presidente mexicano luego aclaró su «mañana»su intervención televisada diaria, el jueves 28 de diciembre que “Estados Unidos ha acordado reabrir sus puentes fronterizos”, que había sido cerrado a mediados de diciembre debido a la afluencia de inmigrantes. “La relación con nuestros vecinos es fundamental: debemos cuidarlos y también debemos cuidar a los migrantes. Debemos asegurarnos de que no haya abusos, secuestros o accidentes en el camino. »
Nueva caravana de casi 10.000 inmigrantes
Esta comunicación poco oculta una situación cada vez más dramática en la frontera entre los dos países: según las cifras comunicadas por la policía fronteriza estadounidense, en diciembre cerca de 10.000 personas llegaron cada día a la frontera sur de los Estados Unidos. De octubre de 2022 a septiembre de 2023, 3,2 millones de migrantes entregados a las autoridades estadounidenses en comparación con 2,7 millones durante el período anterior, según el Departamento de Aduanas de Estados Unidos.
Por otro lado, una nueva caravana de cerca de 10.000 migrantes partió al pie de Chiapas, en el sur de México, el 25 de diciembre y debería llegar a México en tres semanas. La imagen de esta columna de hombres y mujeres, reproducida en numerosos medios estadounidenses, hizo saltar la alarma en los estados del sur de Estados Unidos. Texas ha reforzado la protección fronteriza y ha alquilado autobuses para enviar inmigrantes a otros estados del país, en particular a aquellos liderados por demócratas, en particular Nueva York y California.
“Estas personas huyen de situaciones extremadamente violentas y esto continuará. Todavía no vemos que surja ninguna estrategia estadounidense, aparte de una respuesta a la emergencia. México, por el contrario, ha desarrollado varios programas en Centroamérica. Incluso si no es perfecto, es un comienzo.», estima la coordinadora de la organización Agenda Migrante, Eunice Rendón. Ante la presión estadounidense, México corre el riesgo de reforzar aún más los controles y aumentar las expulsiones, lo que obligará a los migrantes a correr riesgos cada vez mayores para llegar a su destino.