Al encargar a la artista Leonor Fini el diseño del frasco del perfume Shocking, lanzado en 1937, Elsa Schiaparelli cambió para siempre el rostro de este mercado. La exposición homenaje al diseñador italiano, que finalizó en enero en el Museo de Artes Decorativas de París, demostró a la perfección que la fantasía innovadora de la época también se plasmaba en este objeto de deseo. Este estuche, inspirado en la silueta de un maniquí de modista, con su cinta métrica alrededor del escote, causó tal impresión que Jean Paul Gaultier lo recordaría cuando diseñó el emblemático busto de Classique, su primer buenísimo estrenado en 1993.
El frasco figurativo nace con la perfumería moderna a principios del siglo XXmi siglo dotado de un papel bien definido: materializar lo impalpable. Es el aliado orgánico del concentrado perfumado cuya evanescencia encarna fielmente. “Es una historia sin palabras que contará el grado de fantasía, sofisticación del perfume, así como la calidad de la composición”, agrega Olivier Aron, fundador de la agencia Rosae Audit & Action, una firma de investigación y consultoría especializada en perfumes y belleza, profesor en Sciences Po Paris y en la Ecole Supérieure du Parfum.
En este encuentro íntimo entre una creación y nosotros, ¿en qué se basa el amor a primera vista? El olor, sin duda. Pero todo comienza con una forma, un color, una textura que desencadene la emoción y sobre la que quieras poner tu mano. Durante mucho tiempo, los perfumes se expresaron en un hábil equilibrio de audacia olfativa y arquitectónica. La década de 1990 marcó una ruptura en el contrato que vinculaba el jugo a la botella.
un gran mensajero
La perfumería de la época quería ser unisex: el envase adoptaba formas sencillas y por tanto universales. Las aguas transparentes con fórmulas refinadas, en boga desde esos años, se expresan mejor, se piensa, en una estética minimalista. “El frasco traducía a su vez ese afán de estandarización de estos años de la perfumería “calvinista”, sin demasiadas asperezas”, dice Oliver Aron. Sin embargo, es interesante notar que, en este período, las dos creaciones que sostienen su pin del juego inventan formas singulares: Ángel, de Mugler (la estrella de cinco puntas), y Flower, de Kenzo (el jarrón soliflore).
Gracias a las redes sociales y plataformas online, estamos redescubriendo que la botella es un formidable mensajero. “La nueva generación, de la que se decía que era insensible al perfume, está volviendo a él y algo tiene que ver el frasco”, señala Sandrine Groslier, presidenta mundial de fragancias de lujo de L’Oréal. En su portafolio de marcas, Cacharel innovó tomando la forma de un labial para Yes I Am, que conquistó a su audiencia.
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