lCuando, el 9 de marzo de 1960, un puñado de periodistas y la élite del mundo del arte se reunieron en la Galería Internacional de Arte Contemporáneo de París, estaban lejos de imaginar la performance que Yves Klein les tenía reservada. Este último, ya apodado “Yves el Monocromo”, lleva varios meses preparando este golpe. Dirigidas por el artista, que actúa como director de orquesta, tres mujeres desnudas se presentan ante la multitud, antes de pintarse (el famoso azul Klein) y luego presionar sus cuerpos sobre los lienzos, dejando allí su huella.
Genialidad para unos, escándalo para otros, lo ocurrido en cualquier caso dio origen a las obras más famosas del pintor francés, el Antropometrias. Los mismos que la diseñadora británica Phoebe Philo, entonces directora artística de la casa Céline, colocará en en todos lados con vestidos blancos durante su desfile primavera-verano 2017.
Dos meses después de su hazaña, el 19 de mayo de 1960, fue bajo el nombre International Klein Blue (IKB) que el artista registró su azul en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial. Dado que la ley francesa establece que nadie puede apropiarse de un tono, Yves Klein y Edouard Adam, su comerciante de colores, eluden la prohibición asegurando que el término “azul” no designa aquí un tono, sino un producto.
Ultramarino, cobalto, Majorelle…
¿Pero qué podría encontrar en él? “El n azul‘un paso de dimensiones, Lo explicó Yves Klein en 1959 durante una conferencia en la Sorbona. Está fuera de dimensión, mientras que los otros colores tienen una. » Para el pintor, este color es también el de la imaginación, además de tener una dimensión sagrada.
Yves Klein no se equivocaba: el azul ha sido, desde el principio de los tiempos, un símbolo de espiritualidad. Los mesopotámicos y los egipcios incluso hicieron del lapislázuli la piedra de los dioses. Y si el mundo occidental evitó durante mucho tiempo el azul, prefiriendo colores entonces considerados más dignos, como el blanco, el negro o el rojo, en la Edad Media dio un giro radical. Los teólogos de la época coincidieron entonces en establecer que la luz divina es azul, a diferencia de la luz terrenal, que es blanca. En la imaginería religiosa, la Virgen María adquiere así tonalidades azules, cuando directamente no está vestida de dicha tonalidad.
Tranquilizador, sagrado e históricamente fascinante, el azul Klein desfila esta temporada en todas las pasarelas (Givenchy, Giorgio Armani, Burberry, Acne Studios, etc.). Y también está disponible en tonos igualmente estimulantes, desde el ultramar al cobalto pasando por Majorelle, azul cálido o azul real.