Aprovechando la efervescencia habitual que presentan los desfiles de alta costura celebrados en París del 3 al 6 de julio, dos marcas de prêt-à-porter, Patou y Alaïa, presentaron su colección la noche del domingo 2 de julio. Tenían que ser tres, porque Celine (LVMH) había planeado inicialmente presentar su colección masculina primavera-verano 2024 esa misma noche, en la sala de espectáculos Gaîté-Lyrique, en el centro de París. La marca ha anunciado que prefiere cancelar su evento -un concierto y una fiesta para cerrar el desfile- ante las noticias de los últimos días, la muerte del joven Nahel M. por un tiroteo policial y los disturbios que seguido incendió el país.
“ Un desfile de moda en París mientras Francia y su capital están así afligidas y magulladas parece, desde mi punto de vista, desconsiderado y totalmente fuera de lugar. »Así lo publicó en su cuenta de Instagram el director artístico de la marca, Hedi Slimane. El formato festivo y la sala con un público de celebridades hicieron que la organización del evento Celine fuera particularmente complicada, mientras que los desfiles de la competencia, que eran más modestos, pudieron llevarse a cabo.
¿Cómo seguir haciendo moda cuando las noticias nos obligan a mirar la realidad de frente? Este es el punto central del desfile de Guillaume Henry, al frente de la casa Patou desde que LVMH lo relanzó en 2018 después de que se suspendiera en 1987. “ No soy político ni activista, claro que tengo convicciones que me guardo. ¡Lo que sé hacer es moda! Los tiempos son difíciles, y lo ha sido durante mucho tiempo. Necesitamos alegría y diversión. »el diseñador sobre su colección de hecho muy festivo.
Presentado a las 18 h en la Salle Wagram y titulado “Dancing Diaries”, este último es, para el diseñador, una oportunidad de presentar un vestuario de noche. “ ¡Muchos de nuestros clientes nos han pedido que imaginemos ropa para bailar! », el explica. Las primeras siluetas, pequeños vestidos negros o verde menta, son así cortos y bordados con pedrería brillante. A esto le siguieron enaguas hinchadas en blanco y negro o, nuevamente, a rayas verdes, que se usaban en la cintura y acompañadas de blusas igualmente voluminosas.
Pequeñas chaquetas negras se usan sobre simples camisetas sin mangas blancas, mientras que las faldas muy, muy cortas y con aberturas se asocian con chaquetas de traje ajustadas y acompañadas de guantes de ópera. Encontramos en esta colección las obsesiones del creador, en particular las vascas giratorias que acaban con las faldas cortas o los nudos en el pecho.
La bisutería, el oro y los declinados en forma de grandes pendientes, diademas o cinturones fijados sobre la ropa aportan un toque de glamour a este vestuario de corte para la fiesta. Mención especial para las gomas para el pelo con forma en tamaño extra grande. Los bolsos, entre ellos el de media luna bautizado como Patou y que actualmente está cosechando un gran éxito, también están en el punto de mira. Y de todas las tallas: XXL y soft para llevar al hombro, o todas vestidas de pedrería, al alcance de la mano. Una colección eficiente y fructífera.
La silueta militar está vestida con un tocador.
En un género muy diferente, Alaïa (grupo Richemont) desfiló dos horas después, al atardecer, por la pasarela Léopold-Sédar-Senghor, dependiente del jardín de las Tullerías en el Musée d’Orsay. “Es la vista más hermosa de París, desde donde se puede ver el Grand Palais, el Louvre, Notre-Dame e incluso un poco de la Torre Eiffel. Es un lujo sentarse en este puente y ver un paisaje tan hermoso”, justifica el diseñador Pieter Mulier, quien, desde que asumió la dirección artística de la marca en 2021, se ha destacado en el arte de la puesta en escena. Los 270 invitados habían recibido como invitación un taburete de cuero plegable (a los que se habían olvidado de traerlo en el puente se les obsequió uno), luego, unos minutos antes del desfile, un mensaje de texto del diseñador brindándoles su alegría de compartir este momento con ellos.
La colección contrasta con sus propuestas anteriores: pocos tejidos, pero la firma habitual de la marca, pero vestidos entallados como corsés, abrigos amplios, salones de charol, rostros ocultos por capuchas, adornados con bibi. El aura de potencia sexy que desprenden las siluetas queda subrayada por la elección de los materiales: látex y piel. “Es un reflejo del tiempo”argumenta Pieter Mulier.
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Los impermeables y chaquetas bastante masculinos de los primeros looks que recuerdan a la Marlene Dietrich de la década de 1940 están decorados con múltiples botones que tardan en abrirse y cerrarse. Poco a poco, los botones que consumen mucho tiempo desaparecen, las siluetas cambian de forma y se vuelven redondeadas. El relleno de los hombros migra a las caderas, la silueta militar se convierte en un outfit boudoir con cinturas marcadas y vestidos muy ceñidos, construidos a modo de corsés.
“Quería pasar de masculino a femenino”, detalla la diseñadora, que divierte por doquier con transparencias (mucha lencería visible) y sorpresas. Un abrigo largo por delante, muy corto por detrás; una camisa blanca cerrada en la parte superior que se abre en la espalda; un par de guantes de cuero que se llevan en el cinturón, justo encima de las nalgas… “La parte de atrás es tan importante como la de adelante, es lo que ves cuando alguien se va”, dice Pieter Mulier. Con esta colección que convoca a una estética familiar, pero muy refinada en su realización, el diseñador belga confirma su talento y su posición singular en la moda actual.