Ningún homenaje póstumo, ninguna película restaurada y, sin embargo, ¡aquí está Marcello Mastroianni de nuevo en Cannes! Dentro Marcello Mio, de Christophe Honoré, los asistentes al festival reconocerán al actor italiano, interpretado largometraje por su propia hija, Chiara Mastroianni, que empieza a imitar a su padre, ante gran sorpresa de quienes la rodean. El sombrero de fieltro, las gafas, el traje y la corbata combinados con una camisa blanca con el cuello ligeramente torcido…
Todos estos elementos, diseccionados por decenas de sitios especializados en la elegancia masculina, se encuentran en la película en competición, cuyo estreno en cines está previsto para el 22 de mayo. Entre bastidores, fue Chanel quien, mediante un discreto patrocinio, participó en la financiación de este largometraje, pero los conocedores lo saben, La buena vida (1960) a 8 ½ (1963), el desarrollo original de esta silueta le debe mucho al sastre romano Brioni.
Si los modistos franceses también lograron, improvisando como diseñadores de vestuario, crear imágenes inolvidables, fue principalmente gracias a las actrices. Audrey Hepburn con vestido de noche de Givenchy en Diamantes en el sofá (1961) a Catherine Deneuve como Yves Saint Laurent en Hermoso dia (1967), o Mireille Darc y su hundida espalda desnuda de Guy Laroche en La rubia alta con un zapato negro. (1972). En Italia y más allá, es, por el contrario, la imagen de un hombre, Marcello Mastroianni, que marcará los espíritus, vestido con trajes con tres mil puntos cuya singularidad sólo los iniciados pueden captar: aquí la estructura precisa del hombro, allí un bolsillo de parche barqueta (redondeado).
Boca a boca favorable
Desde su lanzamiento, en 1945 en Roma, por Nazareno Fonticoli y Gaetano Savini, un sastre experto y un gran conversador nacido para el comercio, Brioni disfrutó del éxito. La emoción de la posguerra, las calles repletas de Vespas y la reapertura de los estudios Cinecittà en 1948 le valieron a la capital italiana el sobrenombre de“ Hollywood en el Tíber ». Aprovechando el favorable boca a boca, Brioni vio llegar a su boutique-taller a Anthony Quinn, Gary Cooper, Kirk Douglas, Henry Fonda y Clark Gable, convirtiéndose así en “el sastre americano”escrito en noviembre de 1959 la revista Mensual trimestral (renombrado GQ en 1967).
Pero es La buena vida, de Federico Fellini, Palma de Oro en 1960, que se convirtió en su mejor tarjeta de presentación. El héroe, un periodista desencantado apodado “Paparazzo” e interpretado por Mastroianni, desfila en Brioni: traje negro de lana y seda que toma agua en la Fontana di Trevi junto a Anita Ekberg, o último traje blanco de gabardina de algodón en la playa de Fregene. Retención fenomenal. “En todas las grandes ciudades de Italia hay mucha gente. ¡Todos los récords de asistencia están batidos! Una Roma (…), la gente hace cola durante horas para verlo. Esto nunca ha sucedido desde la guerra. señala que, cuando se estrena la película, el corresponsal del Mundo.
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