Más alto ! Más alto ! (“¡Más alto! ¡Más alto!”), grita una multitud de hombres reunidos en una acera de Manhattan. Esta tarde del 15 de septiembre de 1954, Nueva York está hirviendo. Encaramada en tacones altos, justo encima de un respiradero del metro, Marilyn Monroe representa lo que se convertirá en una de las escenas más cultas del séptimo arte.
Cada vez que pasa un remo, una corriente de aire levanta su vestido blanco., dejando al descubierto, para deleite de los espectadores, unas bragas igualmente inmaculadas. Dos, de hecho, la luz era tan potente que la estrella de Hollywood sabiamente colocó los sofás uno encima del otro para proteger su privacidad. Y ahí lo tienes, comenta. Siete años de reflexión (Billy Wilder, 1955) hizo de esta ropa interior un símbolo de deseo y feminidad.
Sin embargo, las bragas no se hicieron originalmente para mujeres. Según Larousse, bajo el Antiguo Régimen era una “prenda con piernas que cubren el cuerpo desde la cintura hasta las rodillas” reservado para hombres de clase rica. Este antecesor del pantalón, que por tanto se lleva a la vista, se ensancha o se estrecha según la moda. “Antes de la Revolución, los pantalones eran tan ajustados que se decía que algunos hombres no podían saltar una valla”. le dice a Yvane Jacob en Listo. Historia de la emancipación sartorial de la mujer. (Hugo Doc, 2023).
Mientras tanto, las mujeres se enredan en sucesivas capas de enaguas, hasta cuarenta y cinco. Pero nada de bragas. A finales del siglo XVIIImi siglo, a los higienistas y a otros padres morales imponiéndoles finalmente el puerto. Primero largo hasta los tobillos, la braga sube hasta las rodillas y se abotona en la cintura. Fue Etienne Valton, hijo de un calcetero, quien ideó, después de la Primera Guerra Mundial, una versión de algodón, con corte alto hasta los muslos y dotada de una cintura elástica: las famosas braguitas Petit Bateau.
En los podios también
Como es sobre todo sinónimo de pudor, es bien sabido que las bragas no se dejan ver. Se contaba sin areópago de que las chicas (esas chicas de moda que hacen y definen tendencias), que, liberándose de dictados, adoptan bragas en la ciudad como otras usan pantalones. Estrella de los años 60, la actriz Edie Sedgwick, musa de Andy Warhol, hizo de unas medias rematadas con una braguita negra su uniforme. Una silueta tomada sesenta años después por la modelo Kendall Jenner, de compras de flores con un look de Bottega Veneta se volvió viral.
También en las pasarelas, las braguitas vuelven definitivamente: usadas solas en Miu Miu o Chloé, son apenas más discretas bajo una falda o un vestido transparente (en Dior, desde la primera colección de Maria Grazia Chiuri, en 2017, o incluso en Chanel o JW Anderson). Menos provocativa que atractiva, más adecuada para desfiles de moda, sesiones fotográficas y alfombras rojas que para los pasillos del metro, esta ropa interior expuesta a la vista de todos parece recordarnos, literal y figurativamente, quién lleva ahora las bragas.